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Conservación y restauración MAMM

Conservación y restauración, un oficio silencioso que abraza las obras de arte al interior del Museo

Los objetos tienen vida y muerte como parte de su existencia en el tiempo

Con esta frase, Andrés Roldán, líder administrativo de nuestro equipo de curaduría, nos deja entrever cómo por esos cuerpos inertes, que constituyen las colecciones o las exposiciones que vemos en las salas de los museos, también transcurre la vida y deja huella, así como en cada uno de nosotros.

Atender las evidencias que ese paso del tiempo va dejando y salvaguardar la historia que esos objetos cuentan es una labor silenciosa que realizan aquellas personas que, ya sea en instituciones culturales como el museo, entidades gubernamentales, o incluso, desde un lugar de trabajo independiente, se dedican a la conservación y la restauración.

A propósito del Día Internacional de Conservador Restaurador, que se celebra cada 27 de enero, hablamos con Andrés Roldán (líder administrativo) y Dora Escobar (Coordinadora de colecciones y registro), de nuestro equipo de curaduría para ahondar un poco más acerca de estas tareas y los retos que tienen. Aquí algunos apuntes de esa conversación:

¿Qué hacen los conservadores y restauradores?

La conservación es preventiva, por lo tanto, la labor del conservador se concentra en desarrollar acciones para evitar que se presenten daños y alteraciones en las obras de arte, con el fin de que los objetos duren más en el tiempo, en las mejores condiciones posibles y así, evitar llegar a una restauración.

Por su parte, la restauración es la intervención directa en la pieza que implica modificar o reparar desde lo estético o los materiales, cuando ya se ha presentado algún tipo de alteración. Aquí es importante anotar que cuando se habla de alteraciones, no necesariamente se hace referencia a daños, sino que también abarca esos cambios por reacción a otros elementos a las que se ven expuestas o la degradación natural de los materiales que contienen.

Quienes realizan estas labores se encargan de revisar y evaluar las técnicas y soportes en los que están elaboradas las obras, así como las condiciones climáticas y arquitectónicas de los espacios donde se van a exhibir y almacenar en cada institución. También se encargan de mitigar los contrastes de temperatura y humedad a los que se ven expuestas las obras en los traslados que se puedan presentar, como en el caso de préstamos entre instituciones o itinerancia de algunas exposiciones.

Como lo menciona Sandra Sáenz-López Pérez, directora de Actividades Culturales de la Universidad Autónoma de Madrid, el objetivo es claro “restauramos para conservar, y conservamos porque ese legado cultural que heredamos no nos pertenece. Tenemos el derecho de disfrutarlo y el deber de salvaguardarlo para las generaciones futuras”.

Así entonces, esta labor de prevención y cuidado, tiene como fin último permitir que las generaciones futuras puedan conocer las historias que narran los diferentes objetos, las visiones del mundo que tienen artistas y curadores, y se conecten con la sensibilidad que solo el arte puede ofrecer ante ciertas situaciones.

 Cuando una institución presta sus obras o trae obras de otras instituciones ¿Cómo se da ese proceso para garantizar el buen estado de estas?

Cuando se hace una solicitud de préstamo, lo primero que se revisan son las condiciones arquitectónicas y ambientales del espacio que las va a recibir, por ejemplo temperatura, humedad, materiales constructivos del edificio, cantidad de puertas, cómo se ingresa al espacio donde estarán expuestas, protocolos de seguridad, etc.

En caso de que las condiciones no se adecúen a las necesidades de las obras, para garantizar el buen estado de los materiales, se solicitan adecuaciones antes de realizar el préstamo. Preparar el transporte es el paso siguiente, por lo que hay que evaluar las condiciones particulares de cada obra, por ejemplo, las pinturas de Débora Arango siempre deben viajar empacadas en una caja de cartón con refuerzos, tela quirúrgica, plásticos y elásticos para asegurar las diferentes capas de protección.

Dentro de los protocolos de conservación, al llegar al lugar de destino se debe garantizar una cuarentena de al menos 48 horas sin desempacarlas del guacal en el que viajan, y si el recorrido ha sido demasiado largo, debe ser mayor, teniendo en cuenta que lo ideal es que la obra no supere el mes estando empacada para garantizar que circule el aire y minimizar la afectación de los materiales. Esta acción busca “aclimatar” las obras al nuevo ambiente y que el cambio de temperatura sea menos agresivo.

Las obras llegan con un documento que es el estado de conservación y un anexo que es la historia clínica (sí, este término también se usa en estos casos) de la obra, con el fin de garantizar un seguimiento a cada alteración para atenderla lo más pronto posible y conocer cuál ha sido su trayectoria. Se diligencia siempre antes de recibir y antes de entregar la obra.

Cuando ya se encuentran en exhibición, se debe realizar un mantenimiento preventivo. En nuestro caso, cada ocho días se hace una limpieza general de las obras con plumón o brochas de ser necesarias, y se revisa una por una ya que el alto flujo de visitantes que recibimos cada fin de semana afecta a algunas de las obras, debido a que se alteran las condiciones de humedad y temperatura de las salas, generando por ejemplo deformaciones en el soporte o cambios de color, por lo que se hace necesario identificar las alteraciones lo más pronto posible y atenderlas para garantizar su buen estado.

Tu también puedes aportar a la conservación del patrimonio acatando las recomendaciones que se hacen para la visita como tomar fotos sin flash o evitar tocar las obras, ya que esto minimiza las afectaciones.

Cuando ya es necesaria la restauración por un daño o el paso natural del tiempo y la degradación de los materiales ¿Cómo se da el proceso de intervención? ¿Qué límites existen?

Cada que hay una alteración lo primero que se debe hacer es un diagnóstico para saber si la alteración por ejemplo fue de capa pictórica o afectó también el soporte, es decir, conocer hasta dónde va el daño.

Luego del análisis se revisan las diferentes alternativas que hay para revertir la alteración sufrida. Hay diferencia entre los materiales, por ejemplo, todo daño que se le hace a una obra de papel es una cicatriz, mientras que el lienzo puede repararse más fácilmente. Los momentos en los que interviene el restaurador son cuando ya hay un daño claramente identificado, una rasgadura, pérdida de color o ya no hay legibilidad de la imagen.

En este punto es importante mencionar que la propuesta de restauración debe incluir la pregunta de ¿hasta dónde se quiere llegar con la intervención? ¿qué porcentaje de intervención se quiere lograr? Aquí lo ideal sería no llegar al 100% de intervención por el riesgo que se corre de caer en plagio. Los límites dependerán de la ética de quién realice la restauración, pues hay quienes intervienen hasta el punto en el que se podría pensar en hablar de réplica, y hay quienes defienden que esto es un error, porque se deben conservar los valores originales del artista y se debe ver la restauración, todo como una unidad estética.

¿Cuáles son algunos de los retos a los que se enfrentan hoy los conservadores y restauradores?

Hoy se presenta un reto para los profesionales de la conservación y la restauración, pues el arte contemporáneo ha propuesto nuevos materiales a los que deben enfrentarse como el vidrio, el plástico, tintes naturales, cortezas de árbol, diferentes soportes o las piezas que son efímeras. Esta nueva era de artistas se está planteando nuevos materiales y eso exige que los conservadores restauradores estén en continua formación para responder a esta nueva materialidad de las obras.

Otro de los grandes retos a nivel de país es el presupuesto para el patrimonio, pues la destinación de recursos económicos es vital para mantener ese legado cultural. En muchos lugares del país, hay piezas que se pierden porque no hay quién las restaure, y no porque no haya restauradores, sino porque no hay quien pague esos restauradores.

En palabras de nuestro equipo, los restauradores y conservadores son “los médicos de los objetos”, pues el objeto también habla de lo que le duele y lo que necesita, por lo que para su reparación es necesario pasar por diferentes fases: diagnóstico, estabilización, tratamiento y revisión periódica, lo que hace que una restauración sea costosa por la cantidad de análisis que hay que realizar y las diferentes profesiones que pueden verse involucradas en el proceso, pues se pueden llegar a necesitar arquitectos, ingenieros de materiales o químicos, solo por nombrar algunas.

¿Cómo y dónde se forma un conservador restaurador?

En Colombia la formación es muy autodidacta porque aunque hay algunas universidades que ofrecen cursos o materias electivas para la conservación y restauración, sigue siendo una actividad que parte de la inquietud de los interesados y de buscar estrategias de estudio. La Universidad Externado de Colombia es la única en el país que ofrece un pregrado en Conservación y Restauración de Patrimonio Cultural Mueble, siendo también otra barrera el costo de esta formación.

En América Latina, países como México, Chile, Ecuador y Perú nos llevan años en materia de restauración y conservación del patrimonio, también por el interés de los gobiernos en estos temas, pues incluso en México la carrera de restauración es ofrecida por una universidad pública.

Recomendaciones para conservar mejor las obras de arte en tu casa

Por último, nuestro equipo te ofrece unas recomendaciones para cuidar esas obras de arte que tienes en tu casa:

  1. Conocer el medio ambiente en el que se encuentra la obra. Analizar las fuentes de luz, las corrientes de aire, la humedad para saber cómo y dónde ubicar la obra. Por ejemplo, si hay una pared a la que le da todo el poniente, las obras en papel o en fotografía no deberían estar ubicadas en ese espacio para no afectar el color. Si la pared da a una fuente de agua o el material es húmedo, usar soportes para que el contacto de la obra con la superficie no sea directo.
  2. Evitar que a la obra le dé una fuente de luz, natural o artificial, de manera directa porque esto puede afectar los materiales de la obra y alterarlos más rápidamente. Lo ideal es que sea luz indirecta.
  3. Tener una buena manipulación en los traslados, cuidar las obras de golpes o caídas.
  4. Limpieza acorde a los materiales y de manera regular. Por ejemplo, si es una pintura, evitar los trapos húmedos.
  5. En caso de que la obra sufra algún tipo de daño, acuda a un restaurador. Evite “automedicar” la obra y busque la ayuda de un profesional. Si no es algo grave, puede buscarse algún tutorial o ayuda en internet para comprender el alcance de la alteración.