Débora Arango dio a conocer sus desnudos por primera vez en la muestra «Pintores Profesionales de Medellín», realizada en Club Unión en 1939. Dentro de las obras exhibidas estuvieron las acuarelas La amiga y Cantarina de Rosa, pintadas sobre pliegos de papel que la artista acostumbraba unir. En la pieza La amiga aparece una mujer desnuda, recostada plácidamente, con curvas pronunciadas, ojos cerrados y una pose desparpajada. Los trazos son rápidos, fuertes y ondulados, característicos del movimiento expresionista, y ayudan a enfatizar la solitaria y extravagante silueta femenina, que con su desnudez apelaba al goce y a la libertad sexual de la mujer.
Con esta muestra, Arango no solo obtiene un premio que reconocía su trabajo, sino, además, un sinnúmero de críticas y condenas sociales que marcarían su obra y su vida en las décadas siguientes. Los polémicos desnudos de Débora Arango escandalizaron a la Medellín conservadora y profundamente religiosa de inicios del siglo XX, pero la posicionaron como una artista vanguardista que desafiaba los códigos estéticos y morales a partir de coloridas pinturas que denunciaban situaciones políticas y religiosas, desigualdades sociales y procesos de opresión para las mujeres. En este sentido, La amiga, junto a otros desnudos femeninos pintados por Arango, emergen en la década de los treinta como un importante símbolo de transgresión, al desafiar lo que una mujer podía ser, pensar y hacer dentro de los estándares sociales y artísticos.
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