La ciudad de los niños y las niñas 2025
Desde hace más de una década, La ciudad de los niños y las niñas ha sido una invitación constante a imaginar otros mundos posibles desde la mirada de la infancia. En su versión 2025, el Museo de Arte Moderno de Medellín, en alianza con Bancolombia y tres fundaciones del Valle de Aburrá, continúa abriendo caminos donde el arte y la educación se entrelazan para fortalecer la ciudadanía infantil y reconstruir el tejido social desde la creatividad, la escucha y el juego.
Inspirado en las ideas del psicopedagogo italiano Francesco Tonucci, el programa reconoce a los niños y niñas como ciudadanos activos, portadores de saberes, emociones e ideas fundamentales para pensar una ciudad más justa, sensible e incluyente. A lo largo de los años, ha recorrido temáticas profundas como el cuerpo, el territorio, la identidad, la muerte, la memoria, la naturaleza y el alimento, abordadas desde una pedagogía del asombro y el cuidado.
Constelaciones del asombro: para quienes tienen los pies en la Tierra y la mirada en el Cielo
Este 2025, el ciclo formativo lleva por nombre Constelaciones del asombro y nos propone mirar hacia arriba para comprendernos también hacia adentro. El universo, los cuerpos y las sincronías se convierten en puntos de partida para explorar nuestras conexiones con lo más lejano y lo más íntimo. Se parte de la pregunta: ¿qué sucede cuando niños y niñas se reconocen como parte del cosmos?
Durante 12 semanas, 120 niños y niñas, entre los 7 y los 15 años, harán parte de este viaje en alianza con tres organizaciones aliadas: Funaya (San Antonio de Prado), El Hormiguero (Itagüí) y Somos por Naturaleza (Manrique La Honda). El ciclo se desarrolla en tres fases: explorar (el cuerpo, el lenguaje interior, el caos y el orden), experimentar (los lenguajes del cielo y la tierra, los dioses, los animales y los signos prehistóricos), y contar (crear constelaciones sonoras y sincronizar cuerpos y movimientos con el universo).
La experiencia se complementa con salidas de ciudad, encuentros con artistas invitados, espacios de formación para formadores y momentos colectivos con las familias y las comunidades. Cada uno de estos componentes busca propiciar experiencias sensibles que fortalezcan la autonomía, la autoestima y el vínculo con el entorno, contribuyendo a la construcción de una infancia más libre, protegida y protagonista.
Mirar las estrellas, reconocer los mitos, dibujar animales celestes y sincronizar cuerpos con la naturaleza no son solo ejercicios poéticos: son actos políticos de afirmación, donde la infancia se convierte en el corazón de una ciudad que aprende a soñar con los ojos abiertos.
La ciudad de los niños y las niñas es una invitación a imaginar otros mundos posibles desde la mirada, la voz y los sueños de quienes, aún siendo pequeños, tienen mucho por decir y aportar a la ciudad.