Esta foto fue tomada en las obras de lo que hoy es el parque de Prado Centro, sobre la calle Bolívar. Álvarez se devolvía desde Manrique para devolver al perro Jenofonte; estaba cayendo el sol de la tarde, y al pasar por la acera del frente del parque vio un gran reflejo amarillo en el piso, de la polisombra que cubría la obra civil que en ese momento se ejecutaba en Prado. Era hora pico, así que era difícil lograr el encuadre pues debía tomarla desde la mitad de la calle. Esperó a que pasaran los carros y rápidamente tomó un par de fotos. En esta foto, similar a como sucede con Ruta de escape, al artista le interesó el contraste entre lo natural (el árbol) y lo artificial (la polisombra), así como la contradicción entre el halo naranja que generaba en la calle, parecido al de un atardecer pero en realidad generado por el color del plástico.
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